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jueves, 5 de abril de 2012

Creí enmudecer al verte pasar, aire frío se posaba sobre mi hombre, las horas del reloj se congelaron, haciendo a los minutos inexistentes por unos instantes,
instantes que desaparecerían al volver el tiempo.. Al descongelarse el momento en que mi mirada conoció la proyección de los destellos
del sol en tu rostro, cálido y sereno. 




No tienes una nota muy alta si hablamos de sutileza, pero sacaste sobresaliente en practicar ignorancia espontánea. 
Soledad es lo que hoy ocupa mi interior, por más corazones que reclamen el deshacio correspondido, no puedo corresponderles de otra manera.
Me siento fría, débil, pequeña e inerte, en este mundo de gigantes.
 Déjame ser el pajarillo que te cante mil historias en el silencio absoluto que hoy impregnan mis lágrimas en el papel, ya asfixiado de palabras y tinta seca.
Y en el exilio de mi folio enlazo bien fuerte las últimas palabras que sin apenas aliento te escribo, 
hoy cumplo lo que desde hace tiempo he deseado, escribirte las últimas melodías escritas de mi huída en tus efímeros recuerdos.







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